Crisálida.

Sentimiento sustanciado de emociones, plasmadas en palabras, dichas en un susurro que brotan del fondo de mi Alma.

domingo, 17 de mayo de 2009

Tañidos fúnebres en el abismo.


Ta-lannn, ta-lannn, ta-lannn…

El sonido estremecía todas las fibras del cuerpo
llenando cada milímetro de oquedad
introduciéndose por cada poro, como alfileres en la piel;
reafirmando el dolor que ardía, oprimía en el pecho
impidiendo la respiración.

Caminando como autómata, llevada por la inercia de los pies
que pesaban como plomos.
Preguntando una y otra vez:
¡Por qué una vida tan joven!...
Y no Yo, que había vivido suficiente.

Unos días más y los sonidos recurrieron implacables.

Ta-lann, talann, talann…

Alguien más joven aún. Una niña.
Aunque enferma, de ojos vivarachos y sonrisa fácil,
contagiante, llenaba el alma de mariposas de colores.
El dolor se tornaba pesado, inaguantable.
Había tocado fondo.

Treinta y seis horas más tarde, incapaz de seguir y…
Otra bofetada fría sacudía las cálidas lágrimas.
Los tañidos fueron repitiéndose;
explotaba, haciendo eco en el pecho

Ta- lann, tal-annn, ta-lann…

Resquebrajando el corazón. Esta vez,
arriesgando seriamente mi vida.
Abrazada por la soledad sin consuelo en medio del gentío;
aturdida, en un pozo de tristeza sin fin.

Creía haber tocado fondo…

Y se abrió en suelo.

Caía, en un torbellino de dolor indescriptible
creí ver por fin una mano que impediría el proceso.

Esperaba, una simple caricia en el rostro
un abrazo tierno, beso en la frente, o
el silencio comprensivo en medio del cálido abrazo.

El orgullo habló más alto que el raciocinio.
Con una crueldad inmisericorde,
Indigna en un ser humano como aquel;
cuya aparente sensibilidad y dulzura
habían cautivado mi corazón no hacía mucho tiempo,
de un empellón lanzar al abismo y
terminado por hacer añicos el corazón,
y una ilusión, que lo mantenían en pie.

Impávida ante tamaña impiedad,
tomando bocanadas de aire y reprimiendo las lágrimas;
escuchaba cada palabra mirándolo a los ojos
luego al vacío, sucesivamente.

Sentía caer, tocar el fondo del abismo
ser sepultada, ya sin aliento, vencida
ante el hombre que creía sería un apoyo.

Cada frase, cada palabra, caía como paladas de tierra
sobre el pecho, cubriendo el cuerpo con pasmosa lentitud.
A lo lejos, el eco fúnebre de las campanas
repetirse una, otra, y otra vez…

Ta-lamnn,
ta-lamnn,
ta-lamnn

Esta vez, el sonido fúnebre de las campanas

repicaban por Mí.


13- 05- 2009.

En Memoria de: Yéssica Elizabeth – Valentina - papá Hugo.