La imagen que me devuelve
el cristal del espejo por las mañanas.
Es mi realidad.
Las arrugas fuertemente marcadas,
una mirada deslucida, opaca
la sonrisa amarga y la piel reseca.
Las manos, cuarteadas por el paso de los años.
El hueco de la almohada, de donde,
se ha evaporado tu fragancia.
La sonrisa de mi niño adolescente
el cual, hubiera querido llevase tu sangre.
El reloj en la sala
con las manecillas rotas
refleja mi imagen,
¡Mi imagen!
El calendario deshojado,
marcando otoños idos
e inviernos sin ti.
Y mi reloj biológico indicando
que las simientes se han secado.
el cristal del espejo por las mañanas.
Es mi realidad.
Las arrugas fuertemente marcadas,
una mirada deslucida, opaca
la sonrisa amarga y la piel reseca.
Las manos, cuarteadas por el paso de los años.
El hueco de la almohada, de donde,
se ha evaporado tu fragancia.
La sonrisa de mi niño adolescente
el cual, hubiera querido llevase tu sangre.
El reloj en la sala
con las manecillas rotas
refleja mi imagen,
¡Mi imagen!
El calendario deshojado,
marcando otoños idos
e inviernos sin ti.
Y mi reloj biológico indicando
que las simientes se han secado.